miércoles, 7 de julio de 2010

La mansión - Capitulo 8º




Vale, la foto la conseguí en devianart, y hubiera sido un puntazo que en vez de una chica rubia hubiera sido un chico rubio xD Pero es lo que hay, no encontré algo mejor que fuera con el titulo. 
Este cap es realmente laarrggoooo, son tres páginas y pico del word.xP por eso tarde tanto lo siento.
Lo que está entre [] es lo que digo yo. 

Capitulo 8º - Persiguiendo fantasmas.

Llevo desde las nueve de la mañana saltando a la pata coja por las tiendas de Paris, estoy realmente arto de ver tanta ropa femenina, si yo sé no acepto la invitación.
“A si os conoceréis mejor”  venga ya, que quien se casa con ella eres tú no yo.
Entramos a una óptica, a saber porqué, si ella no llevaba gafas, que yo supiera no.
Ella se detuvo y me miró durante unos segundos.
­– Necesitas unas gafas nuevas. – dijo ella.
– No, estas están bien.
– No son muy bonitas.
– Yo no me compro otras hasta que estas no se rompan.
– ¿A sí?
No sé como lo hizo, os juró que no lo vi, cogió mis gafas y las lanzó al suelo con todas sus fuerzas.
– ¡Uy! Creo que se han roto. Ahora necesitas unas nuevas.
– No las pienso pagar, las has roto tú.
– Bien, bien…. Si te dejo que elijas me vendrás con otra horterada como esa, por lo tanto. Ponte lentillas. – dijo sonriendo.
– Jajajajaja. ¡No!
Apenas la veía, pero sentía su mirada clavada en mí.
– Está bien – dije en un tono casi inaudible.
– ¡Bien!
Me cogió de la camiseta y me arrastró, porque eso fue lo que hizo, hacia el mostrador,
no entendí ni la mitad de la conversación, pero oí risitas. Entonces, me volvieron a arrastras hacia otro sitio.
– Me gustan de colores. – dijo Angélique.
– Te hacen ojos de pulpo…
– No seas malo, te quedarían bien verdes.
– Te recuerdo que las pagas TÚ.
– Si hombre si… por supuesto que las pago yo.
– Pero no quiero parecer un pulpito.
– Está bien, te compraré las normales…. Pero unas verdes también.
Después de una hora para las lentillas, pudimos salir.
– ¿Nos iremos ya? – pregunté.
– Jajaja… ¡no! Todavía faltan tantas cosas.
– Pero, ¿Qué estamos buscamos?
– No buscamos nada, sé donde encontrarlo todo. ¡Ven! Pienso llevarte a un sitio donde aprovechen ese pelo rubio tan bonito que tienes.
– ¿Ehh? ¿Qué piensas hacer con mi pelo?
– Peinarlo como debería. Por cierto, sin gafas estas mejor.
– No sé que decirte la verdad.
Me hizo recorrer otro gran tramo de Paris, pero esta mujer acaso no se había dado cuenta de que tenía que ir con muletas. Llegamos a una peluquería, a saber porqué querría Angélique cambiarme el peinado…. Pero si estoy bien con gorra.
Al entrar, un hombre realmente bajito y calvo se aproximo a saludarla, lo que me ayudó a deducir que se conocían, Angélique me traducía todo lo que él decía.
 Me senté en la silla del peluquero y le miré con mala cara, a saber porqué tengo que cortarme el pelo ahora. Angélique le enseñó una foto, supongo del corte que quería que me hicieran… aún no sé porque me dejo… supongo porque es complicado razonar con ella.
–Estas adorable… tenía la teoría de que ese peinado te quedaría bien.

http://img52.imageshack.us/img52/5113/1224263930535f.jpg [ Me pareció que le quedaría bien este peinado, solo queda visualizarlo rubio y con la cara de Gustav]

– Sí, no está tan mal… seguiré poniéndome gorra.
– Jajajajaja Ni lo sueñes cielo. 
Vi como el peluquero cogía la gorra negra que antes llevaba y la lanzó a la basura, quedé boquiabierto durante un rato, mirando el lugar donde había ido a parar mi gorra negra, en el fondo… me dolió.
– Venga Gus querido, todavía no hemos terminado.
– ¿Enserio? ¿Seguirás torturándome?
– Oh… venga vamos a renovar tu armario… recuerda que pago yo.
– Si te digo que sí, ¿volveremos a casa después?
– Por supuesto.
– Vale…
Caminaba como alma en pena por la calle, lentillas por gafas…pelo engominado y planchado por gorra… ¿qué es lo siguiente? Me asusta lo que esta mujer me pueda hacer.
– ¿Aquí? – pregunté extrañado.
– Sí, el otro día vi por Internet algo que me gustó mucho para ti.
Entramos a la tienda, y Angélique empezó a recorrer la tienda de aquí para allá cogiendo de todo. Hoy cojo una depresión, seguro.
– Mira pruébate esto, te quedará tan bien. – dijo ella con un montón de camisetas, pantalones y demás prendas de ropa en sus manos.
– ¿Pero cuanta ropa tienes ahí?
– ¡Mucha! Pruébatela toda.
– No me gusta el rosa. – dije mirando una camiseta.
–  ¿Tienes algún problema con el rosa? – dijo mirándome amenazadoramente.
– Me gusta más el violeta – dije tímido.
– ¡Bien! Pues violeta entonces.
Entré en el probador y vi una montaña de ropa.
– Lo del probador es mío.
– Claro que sí.
Definitivamente nunca volveremos a casa. Ahora ya sé en realidad esta lo único que quería era cambiarme totalmente de aspecto.

**Dos horas después**

– ¿Podemos irnos ya? – pregunté impaciente.
– Pero… mira que mona es esta camisa, te quedaría tan bien con esa corbata.
– Estoy cansado vámonos.
– Está bien.

Regresamos a casa, yo me caía del sueño, en cambio, ella estaba igual de feliz y enérgica que siempre, ¿pero que come esta mujer?
El mayordomo cargaba con las bolsas de la compra, pobre hombre, eso tiene que pesarle tanto.
Yo no paraba de agitar mi cabeza, todavía no me había acostumbrado al peinado, quiero mi gorra negra.
– Quiero mi gorra.
– ¿Para qué? Me gusta ese peinado.
– Quiero mi gorra negra.
– ¿Solo esa?
– Bueno… ¿eh? ¿Cómo que solo esa?
– Emm… creo que es hora de que te lo diga.
– ¿Decirme el qué?
– Tus gorras… están en la basura.
– ¡¿Has tirado veinte gorras a la basura?!
– No exactamente, ahora estarán de camino a alguna organización benéfica. – dijo caminado en dirección a la mansión.
– Oh genial… regalas mis gorras si mi permiso… de maravilla. ­– dije enfadado.
– Si te lo hubiera dicho no me hubieras dejado dárselas… también les di tu ropa.
Me quedé mudo… simplemente no entendía el porqué. ¿Acaso me odia? ¿Qué le he hecho yo para que me haga algo así?
– Ah…
Iba a decirle lo que pensaba, porqué se atrevía a tirar mis cosas y no las de su hija muerta, pero sonaría tan cruel decirle algo así, me sentí tan mal de solo pensarlo.
Lo dejaré pasar, después de todo, no me queda tan mal estos pitillos negros.
– Voy a dar una vuelta. – dije marchándote.
– No Gustav… no te enfades… lo siento. – hoy decir a Angélique desde la lejanía.

No me gusta esta casa, no me gusta estas muleta, odio estos extraños sucesos y lo que más odio es el tiempo que todavía me falta para marcharme de aquí, ocho días Gustav, ocho días, ya no es tanto… mentira es demasiado
– Nunca más volveré a hacer el idiota en el bosque, nunca. – dije enfadado mirando las muleta. – ¡Maldita sea!
Seguí caminado entre los viñedos, escuchando el estridente sonido de los bichos.
– Malditos bichos. – grité enfadado.
Las muletas se me cayeron de las manos, cuando divisé algo correr entre los viñedos.

http://img710.imageshack.us/img710/9246/vinedoscafayate.jpg  [Para que se hagan una idea de cómo sería]

No era un animal… no era uno de esos perros…. era una persona. No quise saber que hacia alguien correr a estas horas de la noche entre las propiedades de mi madrastra, pero una vez más me vi obligado a saber qué hacia ahí y quién era.
Pasé de recoger las muletas, lo cierto es que casi me estorbaban y mí pierna no estaba tan mal como antes, aunque aún me dolía.
Veía vagamente a alguien correr entre los viñedos, entonces,  vi  que cambiaba de dirección, ahora se dirigía a la mansión.
No sabía a donde se dirigía pero la seguía, realmente ella, una chica de cabellos rubios y largos, iba más rápido que yo… tengo que apuntarme al gimnasio.  Nos dirigíamos hacia el invernadero de Rose, ella se dedicaba a plantar flores… pero yo nunca llegué a entrar ahí, nunca encontré una puerta que me llevara dentro, algo que es realmente extraño.
 Vi como la chica abría una puerta que la verdad no sabía ni que existía, apenas podía verse a simple vista y desconocía porqué ella sabía que estaba allí.
Esperé un momento fuera, dudando de si abrirla o no. Me di cuenta de que no podía ver
que había dentro del lugar… que algo cubría el invernadero, que no era simple cristal,
 cogí la manilla de la puerta y la intenté abrir, la puerta cedió abriéndose hacia dentro.
Pero dentro no había nadie… y ese lugar… ni tan si quiera era un invernadero, era una sala como otra cualquiera, piano, sofás un escritorio de madera de cedro y estantería; un despacho común. Me fijé que en los cristales había una especie de papel traslucido con dibujo de flores, estaba más que claro que esto era una total farsa y daba la impresión de que Rose escondía algo que no quería que nadie supiese.
Cerré la puerta, ya que dentro no había ninguna para introducirme en la casa, sí, lo sé, la única puerta que había era por la que yo me asomé…
La chica desapareció tras ella y ya era otro misterio más de esta mansión.

Caminé hacia la entrada, toqué el timbre, y al rato la sirvienta cuyo nombre sigo sin saber, me abrió.
– Señor, y sus muletas. – dijo la sirvienta tímidamente.
– Es verdad, las muletas. Ya me ocuparé de eso mañana. – dije subiendo las escaleras.
– Está bien señor.
Caminaba por el oscuro pasillo, en busca de mi habitación que era la última del pasillo, veía el suelo gracia a la tenue luz de la ventana, pero eso era lo de menos, veía la luz de mi habitación salir por la franja de la puerta. Comencé a abrirla lentamente cuando la abrí vi a alguien acostado en mi cama en forma horizontal.  
– Grrrrrr Gustav…  – dijo una voz seductora.


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Como siempre os pido que comenten, realmente es lo mejor que podéis hacer, aunque sea en el minichat. 



El cap 9º seguro que no lo has visto venir. xD

6 comentarios:

  1. sfkdhgksdhgkshg (LLLLLLLLLLLLLLLL)

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  2. Me encanto este cap!! ya quiero el siguientee!! :B
    e.e quiene esta en su cama e.e eso no me gustaa e.e haha

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  3. wow ya se es tom??? o bill???? mmmmmm que emocion¡¡¡¡¡¡ es uno de ellos estoy segura wiii
    te felicito me ha gustado mucho este capitulo ya voy por el que sigue siiiiii;CONGRATULATIONS

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  4. AHHH amo tu fick!!! ii kiero saber quuien era la chiikaa!! seguro era iiooo pero nehh,, creo que no,, no recuerdo haber iido xD

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