miércoles, 4 de agosto de 2010

La mansión - Capitulo 17º


Me disculpo por haber tardado tanto tiempo en subir capitulo

Capitulo 17º -  Osito de peluche.

Vi el ascensor, con la puerta abierta, esperándome, diciéndome “ven Gustav, ven”
Estaba frente él, pensando, si esto será seguro, porque no me gustaría quedarme encerrado dentro de esto.
Las puertas iban a cerrarse, no, definitivamente no quería quedarme aquí. Entré rápido, antes de que las puertas se cerraran.
El ascensor bajaba, yo miraba nervioso como la luz del ascensor parpadeaba, creo que hubiera sido mejor ir por las escaleras.
De repente, se detuvo, yo miré la puerta con pánico, está empezó a abrirse lentamente.
Nadie,  no había nadie. Solo otra planta abandonada. ¿Pero dónde rayos me había metido?
Suspiré sonoramente de alivio.
Entonces sentí que algo me jalaba la camiseta. Miré hacia abajo, y vi una niña pequeña con oso de peluche en la mano.
– Señor, puede pulsar la planta 8. – dijo la niña con una voz muy aguda. Lo que me hizo pensar, ¿sería un fantasma?
Miré el lugar para apretar los botones, pero, no había ningún ocho. Más bien, había una novena y décima planta, pero… ninguna octava.
– Lo siento niña, no hay ninguna octava planta.
– Pero, mi mamá está ahí.
Miré nuevamente, y no había octava.
– Pero… no podemos ir… no existe.
– Yo quiero ir con mi mamá. – gritó la niña.
Pulsé el siete. Dios, todavía me parece buena idea, ir por las escaleras.
El ascensor se detuvo.
Miré a la niña, esta lloraba.
– Venga niña, si subes una planta más encontraras a tu mamá.
– Mamá me dijo que no fuera a la séptima, que hay ahí cosas malas.
– Bueno…
– Acompáñame. – dijo la niña.
– Está bien.
La niña cogió mi mano, y los dos salimos del ascensor.  Una vez que pasó esto, detrás de nosotros se escuchó un ruido estruendoso, miré atrás y el ascensor ya no estaba, solo quedaba el hueco. No sé lo que hubiera pasado dos minutos atrás.
– Se lo dije señor. Este lugar está maldito.
– Bueno, no será para tanto.
Un gritó desgarrador sonó, y la niña se abrazó a mi pierna.
De unas de las habitaciones salió una mujer, gritando, llevaba un camisón blanco ensangrentado, el pelo largo y negro, parecía que la habían sacado de la peli del exorcista.
– Tú. – dijo la mujer.
La niña gritó de terror.
– Sí, señora. –  dije con miedo.
– Jajajajaja. Yo no soy ninguna señora.
La mujer se apartó los cabellos oscuros de la cara, y nos dejó ver el rostro más horripilante que he visto en mi vida. Sus mejillas estaban hundidas y de un color grisáceo, los ojos estaban inyectados en sangre, era un rostro de lo más feo.
La niña gritó. La mujer empezó a acercarse a nosotros, y no creía que fuera hacernos algo bueno.
Cogí a la niña en brazos  y salí corriendo con ella, dejando detrás de nosotros a la señora, o lo que sea esa mujer.
La llevé a una de las habitaciones del hospital, no había nadie, bien.
Miré a la niña, ella lloraba desconsolada. La miré triste, no sabía que hacer, entonces observé una cama, y lo único que pude pensar es esconderme bajo ella.  Eso hicimos.
– Esta lleno de polvo. – dijo la niña.
– Shhhhhhh
La mujer abrió la puerta lentamente y se escuchó esa voz de pajarraco que tenía.
– ¿Dónde estáis chicos?
La niña abrazó fuerte a su osito de peluche. Yo miraba como los pies de nuestra perseguidora caminaba por la habitación.
La cama se elevó de repente.
– ¿Creíais que podías huir tan fácilmente?
Cogí la mano de la niña y salimos corriendo, ¿Por qué no le habré hecho caso antes?
La mujer me cogió del brazo y me lanzó contra la pared, esta se hundió. Luego cogió a la niña, y abrió la boca de una manera inhumana, se la iba a comer. La niña pataleaba intentando que la soltara. Me levanté dolorido, y inspeccioné el suelo intentando hallar algo que me sirviera de defensa, no tardé en encontrar algo que me sirviera, cristales rotos, perfecto.
Cogí uno, el más grande de todos, fui lo suficientemente rápido para incrustárselo en el cerebro antes de que comiera a la niña. La niña cayó al suelo, la cosa esa, porque estaba más que claro que no era una mujer, se retorcía de dolor en el suelo.
– ¿Estás bien? – dije ayudándola a levantarse del suelo.
– Sí. – dijo apartándose las lágrimas de la mejilla
La cogí en brazos, y la alejé de la cosa esa.
– ¡Espera! Mi osito.  – dijo la niña.
Dejé a la niña en el suelo, y me acerqué lentamente hasta el osito, la cogí con precaución, ya que la cosa esa seguía tirada en el suelo, cuando, su mano esquelética tiró de mi camiseta.
– Suéltame – grité.
Mi camiseta no soportó que tiraran en direcciones contrarias y se rompió, gracias a eso pude alejarme de ella, coger a la niña de su manita y salir corriendo por las escaleras de emergencias.
La escalera estaba únicamente iluminada por un triste bombillo. 
– Tenemos que llegar a la quinta planta – dijo la niña.
– ¿Por qué? La sexta está antes.
– Ahí hay algo peor…
Bajamos las escaleras y vimos la sexta planta, la niña tiró de mí, hacía abajo… pero algo negro, no era una persona, no era nada, solo como una especie de nueve de polvo negro.
– ¡Oh no! – gritó la niña.
– ¿¡Qué es eso!?
– La oscuridad. – dijo la niña.
La cogí en mis brazos, no teníamos más remedio que irnos a la sexta planta. Abrí la puerta y la cerré corriendo. Miramos los dos la puerta de metal rojo oscuro, con el cartel de << EXIT >> medio destartalado.
Me di la vuelta, y camine por los pasillos del hospital, este estaba peor que el otro, apenas había un poco de luz, un par de bombillos, pero todo estaba desastrado, paredes desconchadas, bancos desarmador por los suelos, es la planta que con diferencia estaba peor.
La niña gritó de repente. Me di la vuelta, ya que la puse en mis brazos de manera que ella mirara hacia atrás. Detrás de nosotros se encontraba una especie de monstruo esquelético, con grandes uñas y que caminaba arrastrando una pierna.   
– ¡Corre! – gritó la niña.
Empecé a correr, no quería ni que esa cosa estuviera a menos de un centímetro de mí. Empecé a correr y vi el ascensor al final del pasillo.  Toqué el botón del elevador, y miré desesperado como subía, primera planta, segunda planta…
El monstruo se acercaba a nosotros, cada vez estaba más cerca. Volví mi vista al elevador, y este estaba parado en la cuarta.
– ¿¡Qué!?
Apreté el botón nuevamente, pero este parecía ignorar por completo mis órdenes.
– ¡Corre!
Miré atrás, el monstruo iba a clavar sus largas uñas en mí, pero, no sé ni como, conseguí apartarme a tiempo, consiguiendo así que sus uñas no impactaran contra mi piel.
Salí corriendo despavorido, la niña no paraba de gritar, y la cosa nos pisaba los talones, vi a lo lejos la mujer de la otra planta, o no, ahora sí que estamos en un buen lío.
Entré en una de las habitaciones, intentando huir, pero lo único que había echo era retrasar nuestra muerte, no había salida, solo una cama  destartalada y una ventana rota, eso era, la ventana.
– Bien, pequeña, ahora tenemos que salir por la ventana.
Ella asintió lentamente. Ayudé a la niña a que saliera, podía escuchar a los dos monstruos forcejear la puerta de metal, por último, salí a la cornisa del edificio, la niña se intenta agarrar a la pared, yo la cogí de la mano y la guié, cometí el error de mirar abajo, si caíamos nos esperaría un buen golpe. De repente un pequeño cacho de la cornisa de desplomó, haciendo a la niña que cayera, la sujeté con la mano.
– No me sueltes. – suplicó.
– No lo haré.
Elevé a la niña y la pude poner a salvo, la cornisa empezó a hacer ruidos extraños, se iba a venir abajo.
– ¡Vamos! – dije.
Empezamos, a caminar rápidamente por las cornisas, y a cada paso que dábamos se iba derrumbando lo anteriormente pisado. Vi una ventana abierta y no se me ocurrió otra cosa que entrar por ahí, cogí a la niña y la ayudé a entrar, no me iba a dar tiempo, me tiré dentro de la habitación.
Me levanté adolorido, busqué con la mirada a la niña, y la vi  en los brazos del monstruo de grandes garras.
Corrí hasta la niña y empecé golpear como pude al monstruo, este ignoraba mis golpes, así nunca conseguiría salvarla. Divisé algo debajo de la cama, lo algo, era una especie de bastón, lo agarré entre mis manos y le golpeé con todas mi s fuerzas, este volvió ha hacer caso omiso de mis golpes. Me di cuenta que con mis golpes no la iba ha salvar, entonces se me ocurrió romper el bastón, este emitió un “Crack” al romperse. Le clavé el palo con todas mis fuerzas en su fea joroba, conseguí que soltara a la niña, una vez que esta estaba a salvó, enterré en él aún más el bastón.
Cogí su manita y la llevé fuera de la horrible habitación, miré el pasillo y no vi a nadie, bien, podremos salir. Me acerqué al ascensor, pulsé el botón, no tardo casi nada en abrirse las puertas.
La niña miraba el ascensor con miedo.
– ¿Por qué tienes miedo? – pregunté. – nos vamos a marchar.
Entramos en el ascensor, y pulsé el botón de la primera planta, donde supuse que estaría
la salida. Aún no comprendía como había llegado aquí, yo no me había movido del banco, pero, entonces como e llegado aquí ¿volando? ¿Me han teletransportado? En fin, podía hacerme un millar de preguntas estúpidas, pero lo cierto es que lo más importante es que tenía que salir de aquí como sea.
– ¡¡Aahhhh!!
Miré a la niña sobresaltado, esta no dejaba de gritar. Miré hacia todos los lados del gran ascensor, entonces divisé algo en el techo, ¿eso de ahí  era una niña?
Esta se soltó del techo, y cayó delante de nosotros, vale, está si que parecía la niña del exorcista.
– Tú no te irás de aquí, ¡nunca! – dijo la niña de cabellos negros, con un gran cuchillo en su mano.
Esto aún no había terminado, como de costumbre, el malo volvía ha  aparecer. En un movimiento rápido casi su cuchillo se lleva mi nariz, pero lo pude esquivar a tiempo.
– Hoy vas ha morir Mailen.
Miré ha la niña, no iban a por mí, sino a por ella. Intenté apartarla de la loca con cuchillo que quería matarla, sino llega ha ser por eso ya estaría muerta, pero era muy complicado huir estando dentro de un ascensor.
La chica en un intento por librarse de mí  rasgó mi camiseta, sin éxito de penetrar mi piel, pero en su segundo intento si consiguió alcanzarme, dejándome herido en el suelo, ella estaba a punto de matar a la niña, no podía permitir, o no, si he podido salvarla antes también ahora.  Me arrastré hasta ella y mordí su pierna con todas mis fuerzas, esta gritó de dolor, y su cuchillo cayó al suelo. Me separé de ella, y escupí su asquerosa sangre de color negra, parecía que me hubiera bebido témpera, que repulsión.
 La miré victorioso al tener en mi poder su cuchillo.
– Já! Ahora ya no tienes tú estúpido cuchillo.
La niña sonrió levemente y pude ver poco sus ojos marrones cambiaban a rojo detrás de su tupido fleco recto. El cuchillo se hizo polvo oscuro, se elevó en el aire y fue a la mano de la niña donde volvió ha ser cuchillo nuevamente.
Ella sonreí ahora enseñando sus blancos dientes, se puso en pie, yo hice igual mirándola siempre, no iba ha permitir que ganara ella. Vi como Mailen abrazaba su osito con miedo. Miré a la niña, intentando descifrar cuando me atacaría. Alzó el cuchillo y se abalanzó sobre mí, yo iba a esquivar el golpe, pero su cuchillo cambió de trayectoria y fue en dirección a Mailen que abrazó a su osito mucho más que antes. El cuchillo se incrustó en el osito de peluche, y por supuesto que también en Mailen. La niña rió a carcajadas, había conseguido su  objetito, matarla. Retiré el cuchillo con cuidado, y lo metí en mi bolsillo, miré a la niña con enfado, esta reía y reía.  Cogí su cuello y la elevé hasta tenerla frente a mí, esta tenía una sonrisita triunfal.
– Jajajaja – rió ella. – Estas enfado…
–…y mucho. – terminé de decir. No sé de donde saqué la fuerza para estampar contra la pared lateral del ascensor, la cabeza de la maldita chiquilla. Esta emitió un sonido de dolor.
– Ahora ya no te ríes.
 Saqué el cuchillo del pantalón, lo calvé en su pecho y lo fui bajando despacio, destrozando sus costillas y abriendo su cuerpo, del que salía algo negro. Metí mi mano dentro y empecé a rebuscar dentro de ella, la niña gritaba y pataleaba de dolor, solo pude decirle. “Jodete”  Por fin hallé lo que buscaba, lo apreté en mi mano y luego lo saqué y lo observé con ojos curioso, su corazón era negro y desprendía esa sustancia que no se podía llamar sangre, ya que era negra. La miré triunfal y con una sonrisita dibujada en mi rostro, a ella le salía esa sustancia por los ojos, la nariz y la boca. Para acabar mi venganza empuñé de nuevo el cuchillo y lo incrusté en su frente, dejándola
colgando. Entonces sentí que algo me tiraba del pantalón, miré hacía abajo y vi a la niñita sonreír. La cogí en mis brazos, sorprendido, pensé que había muerto, pero parecía que no. Me fijé en que el ascensor no estaba funcionando, entonces apreté en botón de stop y este siguió bajando, eso explicaba muchas cosas. En el trayecto de las dos plantas que quedaban estuve mirando a la niña que intentó matar a Mailen, si algo había aprendido es que el malo siempre vuelve.
Las puertas del ascensor se abrieron y salí fuera, con mi vista fija en el suelo, este estaba reluciente, blanco. Elevé la mirada y vi a un motón de pacientes esperando ser atendidos, enfermeras yendo de aquí a ya, parecía que había vuelto al hospital  normal.
Fui en busca de los ojos marrones de la niña, pero esta no estaba en mis brazos, solo su osito de peluche, la busqué por todos lados, pero no había ninguna niña pequeña de cabellos castaños en ningún lugar. Me fijé en el osito ensangrentado, este tenía pegado una nota, la cogí y la leí con determinación.
Señor:
Gracia por haberme ayudado a ver la luz, llevaba años esperando a salir del hospital, pero usted fue el quién me ayudó, le esté eternamente agradecida. Le entrego como muestra de gratitud mi osito de peluche, Don besitos de fresa.
Gracias
Mailen Dubois.

Esto no quería decir otra cosa que la niña no sé trataba de otra cosa que de un fantasma, pero lo que realmente me sorprendió, fue el apellido de la niña, ¿tendría algo que ver con mi madrastra?
No lo sé, lo único que quería ahora es regresar a la mansión y darme una ducha.
– ¡Tom! – dije.
Empecé a buscar lo mirada alguien que conociera, pero no lo conseguía.
– ¿Y a ti que te ha pasado? – dijo una enfermera mirando sorprendida.
No se me ocurrió otra cosa que decirle que:
– Me caí de la moto.
Me cogió del brazo y me llevó a una salita donde empezó a curar mis heridas. Eso era lo de meno, yo quiero saber donde está Tom.

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Debo preguntarles una cosa, cual es la palabra para la definición, pasar el cuchillo por la piel. ¿Cortar? No creo díganmelo ¡¡por dios!!

7 comentarios:

  1. mmm...tal ves ¿rasgar? me encanto el capii hanna!! waa amo tu fic!!
    tuve problemas con lo del banner... pongo el codigo en gadget de HTML, luego lo guardo en el blog y ya! Pero cuando entro en mi blog no aparece la imagen del banner si no que solo aparece el codigo. Y la verdad, no entiendo por que, si quieres me agregas al msn para que me puedas explicar mejor si? gracias! aqui te dejo el correo:
    marianafacchin@hotmail.com

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  2. hola hannah. me fasino este capituloooooo.
    amo como escribessss. espero anciiosaaa el pproxiiimmooo :)

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  3. Hola Hanna,
    La palabra kee Buscas es Rasgar noo?
    Ame el Capi!! ^^
    Un pokito violento, pero me gusto!
    Ahora estoy mas emocionada kee Nunca! *----*

    Voy a esperar el Proximoo!! :D

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  4. 1- Gracias!!!!

    2- Cortar, herir algo asi

    3- Me dejastes con el grito en la boca toda al lectura SUPER BUENO!!!!!

    Saludos

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  5. Me fasino, encanto lo ame!!!! cada vez estan mejor los capitulos!
    Me gusta mucho tu fic, sale de lo tipico =D
    Waaa!! leere el siguiente *o*

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  6. ammm apuñalar no, mutilar, de un tajo jajjajaj
    no ni idea jajajja, pero que buen capitulo hannah, ya tenia que no pasaba por aqui¡¡¡¡ que horror, ¿quien sera la niña¡¡¡ quiero saber bueno si se pero mmm no importa quiero saber masss¡¡¡¡¡ sigue asi¡¡¡ felicidades

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