miércoles, 18 de agosto de 2010

La mansión - Capitulo 22º


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Capitulo 22º - Medianoche.

Escuché uno pasos acercarse a mí, seguro sería uno de los chicos, me giré para encontrarme con una calida mirada familiar. Pero en vez de esto me encontré con otra cosa mucho peor.
– Supongo que tú serás mi cuarta desgracia. – dije  tristemente, mirando un machete afilado.
Él no dijo nada, bueno, que iba ha decir, no era más que otro feo monstruo del que tendría que huir.
– Reconozco que eres el más original y a la vez escalofriante. – dije mirando sus ojos de botón.
Apretó la mano y dio un paso adelante, yo me puse en pie  y le miré.
– Me mataras ya o esperarás a que empiece a correr. Porque estoy hablando contigo, ni si quiera tienes boca. Eres un tétrico espantapájaros, ¿qué iba a esperar de ti?
Me volvía a ver huyendo entre un motón de maíz, con este tipo detrás de mí. Realmente no quería saber la poca posibilidad que tenía de salir  de aquí con vida.  Miré al muñeco este levantó el  machete y caminó hacia mí lentamente. Normal, con toda esa paja de la que estaba relleno tiene que ser de lo más complicado moverse, al menos ya se que tiene  un punto débil. Ya estaba a menos de un metro de mí, levantó el cuchillo y lo opuso en mi garganta, hice la cabeza hacia atrás, dejándole una posición mejor para que me degollara.
– Venga, hazlo ya. – pronuncié mis últimas palabras.
Su machete por fin empezó a desgarrar mi piel, apenas el arma se había incrustado en mi cuello, miré el cielo, en el que se podía apreciar algunas estrellas sobre el cielo casi oscuro.  Cerré los ojos con fuerzas, y esperé a que la muerte viniera a mí.
El cuchillo cortó mi piel, pero no fue más que una simple cortada de apenas unos milímetros, y no comprendí el porqué hasta que abrí mis ojos  y vi a Béatrice sobre el espantapájaros forcejeando con este para hacerse con el machete.
– Béatrice, ¿qué haces?
– Salvarte la vida. – Respondió.
La cogí de la cintura y la alejé del espantapájaros.
– Yo he querido esto. Ves esos cadáveres, ha sido todo culpa mía.
–  Te he dicho que es solo por esa maldición. – dijo ella.
Saqué el papel y se lo dí, ella lo leyó y luego me miró apenada.
– Son fantasmas, ellos son así.
– Es culpa mía. De todas formas estoy harto de todo esto.
Béatrice me pegó una bofetada y me miró con los ojos llorosos. Entones empezó ha decirme un motón de cosas en francés, supongo que me estaría insultando.
– Béatrice, está bien.  Deja de decirme cosas en Frances.
Miré al espantapájaros que aun no se había levantado del suelo. Que triste me pareció. Entonces de la nada salio Bill con un palo y gritando como un loco.
– ¿Bill? – dije extrañado.
Este al ver el espantapájaros con un machete tiró el palo al suelo y salio gritando despavorido.
– Es tan adorable. – dijo Béatrice.
– Pues sí.
El espantapájaros se puso en pie, de una forma un tanto extraña, giró la cabeza hacia nosotros y nos miró.
– Creo que será mejor que corramos. – dijo Béatrice retrocediendo con temor.
Él dio un paso adelante y no supe hacer otra cosa que agarrar la muñeca de Béatrice y
correr. Su machete afilado destrozaba la cosecha a su paso, yo tiraba de Béatrice. Era lo único que podía hacer, sin armas y con esa cosa detrás de nosotros. Era imposible hacer algo. Sentí como el machete perforaba levemente mi piel, rasguñándola. Giré mi cabeza y el machete estuvo a punto de quitarme la cabeza sino llega ser porque me agaché a tiempo.  Béatrice tiró de mi mano y cambiamos de dirección a tiempo. Vi la granja de los Cloud y lo único que pensé fue en un sin fin de  instrumentos para la labranza.
Béatrice me siguió hasta allí, yo busqué con la mirada algo de metal y afilado.
– Gustav. – dijo una temerosa Béatrice.
Empecé a rebuscar por la granja, y lo vi, una perfecta hoz para degollar a esa cosa, cogí el arma y fui en busca del espantapájaros maligno.  Lo miré desafiante, él tenía en su poder a Béatrice cogida por el cuello. Dude durante unos segundos, que iba ha hacer, arriesgarme a matarle para que luego la victima fuese ella. La cabeza del espantapájaros cayó al suelo, cosa que me dejó muy perturbado. Béatrice fue corriendo hacia mí, el espantapájaros siguió moviéndose intentando encontrar su cabeza, hasta que se tropezó con ella y cayó al suelo.
– Já ¿¿quien es el mejor ahora??  ¿¿Eh?? – gritó Bill con un palo en la mano.
– Bill, nos has salvado. – dijo Béatrice.
– Já Já soy mejor que este estúpido espantapájaros. – dijo Bill.
Este de repente se volvió a levantar con el machete el la mano y a punto de atravesar a Bill. Movió el brazo para coger impulso y clavárselo en el costado, estaba atónito, no sabía que hacer, miré el arma que tenía en la mano y lo único que hice fue lanzarla con toda mis fuerzas con la esperanza de darle… pero no fue así, el arma solo se clavó en su pecho. Vaya estupidez, pero si está echo de paja.
– ¡¡¡Bill!!!  – gritó Béatrice.
Él miró hacia Béatrice, esta seguía haciéndole señales para que huyera. Bill se giró y vio al espantapájaros, todos presenciamos como le salía  un líquido oscuro de donde había dado la hoz.
– ¿Pero que…?  – dijo Bill.
– ¿Estaba vivo? – dijo Béatrice.
 El espantapájaros se desplomó. Acaso lo habíamos conseguido, ¿habíamos ganado?
Todos le rodeamos, y le miramos expectante.
– ¿Se acabó? – dijo Bill. 
– Por supuesto que no. – dije. – El malo nunca muere.
– ¿y que sugieres que hagamos? – preguntó Béatrice.
– Quemarlo. – dije tajantemente.
– Está bien.
Atamos al muñeco con todo lo que encontrábamos, cuerdas, cadenas… Toda precaución era poca.  Lo dejamos en el exterior de la granja, Béatrice se encargó de rociarle con gasolina, solo faltaba quemarlo.
– Bill, el mechero.
Él rebuscó en sus bolsillos y me dio un encendedor. Lo lancé a espantapájaros este prendió enseguida, y empezó a arder.
– Ya está. Ya nos podemos ir ¿no?
– Quiero ver como se quema. –  dije.
El espantapájaros ardió hasta consumirse totalmente, apagamos el fuego con agua, y lo único que quedaba eran las cenizas.
– Vámonos. –  dije.
Caminamos por el maizal a oscuras, pero eso era lo de menos, lo importante era salir.
– Estamos cerca ¿verdad? – dijo un preocupado Bill.
– Sí. – dije apartando un par de ramas más,  por fin vi la calle, y al otro lado el bosque, y después, la mansión.
– O menos mal, ya nos falta menos. – dijo Bill aliviado.
Se empezó a escuchar un ruido, todos miramos hacia los lados  y en el otro extremo de la calle se veía una chica caminar tirando de su maleta.
– ¿Quién es? –  pregunté.
– Yo la he visto, estaba en la mansión, ¿cómo se llamaba? ¡¡Éline!!
Ella nos miró confusa. Era obvio, se preguntaría que hacíamos aquí de noche. Cruzó la calle para vernos, justo Béatrice se colocó la capucha.
– Bill, Gustav. ¿Qué hacéis aquí a esta hora? – dijo con un acento Frances de lo más encantador.
– Bueno, nosotros también deberíamos preguntarte lo mismo. – dije.
Ella sonrió.
– Me voy de la mansión, Angélique me ha echado por mi bien.
– Ya, estarías mejor en cualquier lugar menos aquí. Te acompañamos.
– Como queráis, solo voy a la parada de autobús.
– Bien.
Comenzamos a caminar a paso ligero, Éline se quedó atrás, cuando escuchamos que se caía, no dimos la vuelta, sobresaltados, y vimos su cuerpo tirado en el suelo… con un machete incrustado en el pecho.
– ¡Oh no!
Todos fuimos corriendo hacia ella.
– Éline. –  dije.
Ella tenía la vista perdida y su sangre fluía y fluía.
– Éline. ¡Éline! 
Ella murió delante de mí.
– Pero… ¿cómo? – dijo Béatrice.
Me di la vuelta rápidamente, las planta de maíz se movían, pero no por el viento, alguien estaba ahí. Una rama salió de la nada y luego se empezó a asomar ¿tela?
– ¿Es…?
– No, no puede ser. – dijo Bill.
– El malo nunca muere. – dije frustrado.
Él nos apartó, cogió su machete, luego agarró la pierna de la chica, y la arrastró dentro del maizal, miré como se la llevaba dentro, había vuelto a permitirlo.
En mi cabeza se escuchó la tétrica voz de los niños decirme “cuarta catástrofe” me recorrió un escalofrío al escucharlo. Una vez más lo habían hecho y yo cada vez me sentía más desgraciado.
– Gus, vámonos. No podemos hacer nada. – dijo Béatrice.
Me levanté y caminé apenado, girándome de vez en cuando hacia atrás, pero Dios sabes que estaría haciendo ese  desgraciado con la chica.
Caminamos por el bosque en silencio hasta llegar a los viñedos, Bill siguió caminando, dejándonos a Béatrice y a mí solos.
– Te iras a tu casa. – pregunté.
– Sí. – respondió en un hilo de voz.
– Buenas noches. – dije alejándome.
– Adiós, espero verte mañana.
– Sí. – respondí en un susurro.
 Caminé un poco, todavía me faltaba para llegar a la mansión. Cuando escuché unos pasas acercarse a mí. Me giré rápido y vi a Béatrice.
– ¿Qué ocurre? – pregunté sobresaltado.
Ella miró durante unos segundos el suelo, luego levantó la cabeza y, pasó lo nunca pensé que ocurriría, me besó…
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Este se me ha hecho eterno xDD Creo que este no dará mucho miedo, pero es que era para no terminar con la fic y este pobre con una maldición 

Bueno, espero vuestros comentarios =) espero que el próximo les agrade más xP




9 comentarios:

  1. :O el amor el amor el amor!! xDD <3
    no fue malo el capi me encanto!!

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  2. Esta Genial Plisz Pasa Por la mia :3

    http://historiadeundiarioromantiico.blogspot.com

    Atte :Liziitha~♥

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  3. WAO ME ENKATO ESERIO MENOS EN FINLA JUM LO BESO IA ME PUSE SELOSA HAHAHA NO TANTO PZ HEHEHE BIIE NNNA PINCHE ESPATAPAJARON MALDITO DEL DEMONIIO XD

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  4. Aaawww me encantoo!!
    Beatrice si me Gusta para Gusi *Celos*
    Jajajaja Maldito Espantapajaros >.<

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  5. Yo pienso lo mismo que Beatris Bill es tan adorable!!

    JEJE no se por que pero siempre me cuasa risa cada vez que leo algo de el, lo haces super comico.

    Ahhh lo beso que lindo me encanto el cap

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  6. Guaauuu Maldiiitoo espantapajorr el malo nunca muere!! es verdad!! jaajajaj!
    Al fin Beatriz lo beso! :]
    Me encant oel cap. Hanna! No olvides decirme siempre que pongas uno nuevo ;)

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  7. Me encanta!!!que asqueroso el espantapajaro¬¬
    pobre chicas y la historia de Beatrice pobrecia y el beso oins y Bill que mono

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  8. O_O bill que lindo, y el beso ooooooooooooooo no lo puedo creer pero ya era hora¡¡¡¡ y pobre de eline se iba para que no le pasara nada y zaz¡¡ pufff ya quiero leer el otro cap. muy bueno hannah te felicito¡¡¡¡

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