miércoles, 17 de noviembre de 2010

La Mansión II - Capítulo 1º




Capítulo
En la oscuridad

Bill temblaba, estaba asustado, muy asustado. Temía que saliera todo mal y su vida acabara. No entendía como podía haber perdido un juego tan tonto, por Dios, como podía perder en piedra, papel o tijera. A lo mejor fue mala suerte, o el destino…
No sabía en que momento a  Béatrice se le había ocurrido una idea tan alocada, era imposible que esto saliera bien. Bill le dirigió una mirada suplicante, ella solo le sonrió intentando calmarle. Pero el miedo del chico sólo se intensificó.
El bosque mostraba su lado más oscuro a estas horas de la noche, la tenue luz de la luna apenas llegaba a ese lugar tan escondido,  el corazón del bosque. Un aullido se hizo escuchar a escasos metros. El muchacho comenzó a temblar, sujetó la pequeña navaja entre sus manos temblorosas, y sacó la punta de esta. Se llevó la mano hacia la garganta y mantuvo la pequeña cuchilla  en su carne. Observó de reojo a su hermano, Tom estaba preparado, pero él no. Béatrice salió de entre la maleza, y echó a Bill de su posición. Cogió la navaja que éste llevaba en la mano, y sin pensarlo dos veces, seccionó la fina piel de su cuello. Ellos olerían la sangre, de eso estaba segura, pero quería que viniera pronto para evitar algo mayor. Hizo un corte en su pecho, este más profundo, la sangre no tardó en brotar de la herida y entonces, lo vio, era solo uno, pero con eso bastaba, los ojos luminosos del animal brillaban con ferocidad, venía a por ella. Béatrice sonrió a la espera de que el animal se lanzara sobre ella, no sentía miedo, confiaba en que todo saldría bien. El perro se preparaba para atacarla, ahora era cuando tenía que relajarse y dejarle a sus anchas. Cerró los ojos fuertemente para luego mirar al cielo, una noche despejada de luna llena, todo saldría perfecto. El animal rugió y se encaminó hacia la muchacha, en el último instante  se lanzó a su cuello y entonces golpeó su mandíbula.
Béatrice bajó la mirada, y se encontró a Tom de espaldas a ella, con la mirada puesta en el perro que se retorcía de dolor. Sonrió alegremente, el plan había salido según lo previsto, el golpe que Tom le propinó con el tubo de metal había desencajó la mandíbula del animal, pronto aparecerían. Georg y Bill salieron de entre los arbustos. Bill se acercó a Béatrice lentamente, se hallaba decepcionado consigo mismo  por haberse acobardado en el último instante, nunca se perdonaría una calamidad como la muerte de Béatrice. Dirigió su mirada al suelo, para luego pedirle disculpas  en un susurro triste y casi inaudible, ella sólo le sonrió indicándole que todo estaba bien.
Un grito se escuchó, ahora vendría la verdadera diversión.
– Os advertí que no vinierais más a mí bosque –, gritó enfadado –. ¿O queréis lo mismo que vuestro amigo? –. Añadió perversamente.
– Lo sabemos, hemos venido aquí por una cosa y nos marcharemos gustosamente si nos ayudáis –. Dijo Béatrice.
– ¡Mi perrito!, ¡mi perrito! –, gritó la niña entre sollozos –. ¿Por qué le habéis hecho esto a mi perrito?
– ¿Cómo os atrevéis a venir aquí? y para colmo pedirnos algo. ¿Acaso no os percatáis de quiénes somos y de lo que somos capaces de hacer?
– Lo sé perfectamente, pero le tenéis mucho aprecio a esos perros. Demasiado diría yo. Sólo queremos una cosa y nos marcharemos para siempre de vuestros bosques. Lo juramos.
– ¿Qué demonios queréis? –. Gritó la niña llorando mientras abrazando a su perro.
– ¿Dónde está Gustav? –. Dijo Tom seriamente.
– Hicisteis daño a mi perrito por ese estúpido. ¡Malditos idiotas! –. Gritó la niña muy irritada.

– Decidlo de una vez –. Dijo Georg exasperado por saber su respuesta.
Los niños contemplaron a los cuatro muchachos. La niña rió a carcajadas, ellos habían sido muy imprudentes por haberse metido aquí.
– Estúpidos, ¿cómo podéis pensar que lo diremos? –. Dijo la niña separándose del animal.
A Béatrice se le marcó una sonrisa en sus labios, Tom agarró el tubo lo elevó por encima de su cabeza, y se apresuró a golpear en el cráneo al animal.
– ¡No! –. Gritaron al unísono los  niños. El tubo metálico se quedó a milímetros del perro.
– Lo sabéis –. Dijo Béatrice muy seria.
– No sabemos donde está. Sí, lo hicisteis para nada.
Béatrice estaba más que indignada, confiaba plenamente en que ellos lo supieran. Caminó hacia el niño que estaba a un metro de ellos, le observó desafiante y éste no hizo más que sonreírle lúgubremente.
– No sé donde está, nadie lo sabe.  Pero…
– ¿Pero? –. Dijeron los cuatro a la vez, impacientes por saber más.
– Nadie sabe donde se esconde, pero podéis intentar buscarle. Tendrá que estar en algún lugar entre Francia y Alemania.
– ¿Tu sabes lo grande que es esto? ¿Cómo quieres que le encontremos así como así? –. Casi gritó Bill interrumpiendo al niño.
– Son trece símbolos, los reconoceréis por la estrella de cinco puntas. Os llevarán a el lugar donde esté vuestro amigo –, dijo el niño –. Por supuesto tenéis que encontrarlos todos, sino no podréis formar el puzzle.
– Tengo que encontrarlos obligatoriamente para hallarle –. Respondió Béatrice.
– Es la única forma que tenéis de localizarle. Si encontráis los símbolos, le encontráis a él. Y no, nadie sabe donde se esconden.
Béatrice miró a sus compañeros dudosa. Ellos se encontraban iguales o más confusos que ellas.
– ¿Pensabais que esto sería fácil? –. Dijo la niña sarcásticamente.
Béatrice le lanzó una mirada de odio e indignación. Esto iba a ser complicado, y no esperaba menos, ella haría lo que estuviera en sus manos y más para encontrarle.
– ¿Y cómo localizamos los símbolos? –. Preguntó Georg.
El niño sacó una especie de piedra deforme, que tenía un tamaño similar a la palma de su mano. Se la dio a la chica y pudo apreciar el símbolo de la estrella de cinco puntas hecho en relieve en una de las caras de la piedra, en la otra no encontró nada. Ellos se aproximaron a la altura de la chica y observaron lo que le dio.
– ¿Y cómo se supone que debemos encontrar el próximo fragmento? –. Dijo un Bill enfadado.
– ¿En serio? Pensé que seríais más inteligentes, pero que me iba a esperar de vosotros cuatro –, la niña se detuvo –. Es obvio que tenéis que empezar por recorrer los diversos pueblos donde se dio una de las  mayores matanzas. Toda centro Europa. Y no hablo de otra cosa sino de la caza de brujas.
– Pero la mayoría no lo eran –. Dijo Béatrice interrumpiéndola –. Es decir, muchas de esas muertes fueron injustas, las sometían a pruebas estúpidas.
– Muchas eran simples muchachas, otras en cambio no. Espero no volver a veros por aquí nunca más –. Dijo el niño antes de desaparecer en una nube de polvo, al igual que su hermana.
Béatrice observó, frustrada, la piedra; una simple piedra. La guardó delicadamente en su bolsillo. Las primeras luces del amanecer fueron acabando con la oscuridad de la noche.


A pesar de que fueran las siete y media y el sol tuviera que hacer acto de presencia, el mar aún se encontraba bajo las estrellas, en el horizonte se dibujaban finas líneas de luz rosada que rompían totalmente la oscuridad del cielo. El sol comenzó a salir por el horizonte hipnotizando la mirada  llena de odio de Gustav, que cada vez moría un pedazo más de él al ver que le era imposible escapar, al darse cuenta de que no había otra escapatoria que someterse a ellas.
Camille había entrado en la estancia, y una vez más volvía a encontrar a Gustav despierto, sentado en el hueco de la ventana, observando el alba. Ella dejó una pila de libros escogidos rigurosamente por ella en la pequeña mesa de madera de cedro. Por un momento sintió lastima, por una milésima de segundo se arrepintió de que él estuviera ahí. Pero luego pensó en todos estos años de costoso esfuerzo, estaba segura de que esta vez funcionaría y le daba absolutamente igual lo demás.
– Gustav –, pronunció Camille fríamente –. Esto es para ti. Ya que no vas ha moverte de aquí podrías alimentar tu cultura literaria.
Y eso fue lo último que dijo antes de marcharse. Dejándole totalmente hundido por esas palabras tan duras de escuchar, pensando una y otra vez, ¿qué pasaría después?, ¿para qué le querían?, ¿dónde se encontraba?
Recostó su cabeza sobre la pared y siguió contemplando el amanecer, intentando olvidar las palabras de Camille.


Los dos mapas indicaban las nueve ciudades donde debían ir. El pueblo más cercano a donde se encontraban era Saint Jean pied de pond. No entraba en la gran caza de brujas, pero sería un sitio por donde comenzar su búsqueda. Y al fin y al cabo tenían que pasar por ese pueblito antes de ir a Bidarray.  No obstante, no podían marcharse sin antes despedirse de Joel, por supuesto siempre sin desvelar la dolorosa verdad.
– ¿Iréis a Alemania en coche? –. Dijo Angélique sorprendida –. ¿Os estáis volviendo locos?
–  ¡Estamos casi en la frontera! ¿No será mejor que valláis en avión?
– No, queremos visitar los pueblitos y ya sabes, hacer turismo rural –. Dijo Bill.
Todos le observaron incrédulos, desde cuando a Bill le gustaba hacer turismo rural.
– Bueno, este sitio no está tan mal después de todo –. Mintió Bill al percatarse de las miradas.
– Como queráis –. Se rindió Joel después de haber intentando convencerles.
Los chicos subieron las maletas al coche rápidamente, la tormenta había empezado en el peor momento. Joel y Angélique les miraban  tristemente.
– Decidle a Gustav que me mande una carta o lo que sea cuando lleguéis –, dijo Joel –. Aún no he recibido ninguna señal de vida por su parte. – Añadió entre risitas.
Se les heló el corazón cuando escucharon esa frase.
– Lo haremos –. Dijo Georg con la voz quebrada.
El coche arrancó y se vio a lo lejos dos figuras despedirse, para luego entrar a la mansión y esperar pacientes esa “señal” que tal vez no llegaría nunca, y eso les causaba temor, que su amigo no estuviera con ellos, que cuando llegaran fuera tarde y en vez de una fiesta de reencuentro celebraran un triste funeral.
Béatrice era una figura borrosa entre la maleza, esperando ver los faros del coche de Joel avanzar por las viejas callejas. Observó los rostros abatidos de los chicos por tener que mantener esa esperanza en él. Subió al coche empapada y sin decir nada continuaron su viaje.
Yacía acostado en la cama,  era la primera vez que podía disfrutar plenamente de un  largo descanso, hasta aquel momento en el que un grito le despertó. Se levantó sobresaltado, con el corazón latiéndole velozmente. Pensó que podría haber sido imaginación suya, no era la primera vez que escuchaba un grito en la noche y no le pertenecía a otra cosa que a su cabeza.  Observó la estancia, todo seguía en su sitio, la tenue luz de la lamparita, la ventana abierta de par en par y esa montaña de libros que seguía descansando sobre la mesa, a excepción de uno, que reposaba sobre su pecho. Había estado leyendo La divina comedia, era una de las primeras ediciones, cuando se percató de ello le dio mucho en que pensar; ¿desde cuándo habían estado ellas en este mundo?  Pero no iba a volver a perturbar su mente con otra pregunta más, sólo le quedaba refugiase en ese libro.  Reposó su cabeza en la almohada, y continuó con otra frase más. Pero no pudo seguir, dejó el libro a un lado. Sabía que esto no podía ir tan bien, tal vez ese grito no fue invención suya, que era lo más posible. Se aproximó a la  puerta y la abrió lentamente, se aseguró de que fuera no había nadie, como siempre, la casa parecía estar  vacía, pero nunca era así. Dejó la puerta cerrada tras su salida y caminó lentamente hacia el pequeño puente que le llevaría al otro lado de la casa, pasando por encima del salón. Había llegado a la altura de la puerta de la habitación de Natalie, la intentó abrir, pero estaba cerrada. El grito volvió ha quebrar ese silencio sepulcral. Gustav ya sabía a dónde debía dirigirse: al sótano de la mansión.

– ¡Que lindo! –. Dijo Bill sarcásticamente.
– No está tan mal, de todas formas ya es tarde. Mañana iremos al siguiente pueblo –. Anunció Béatrice mientras abría la gran puerta de madera desgastada.
 Los muchachos se acercaron al pequeño hostal, pasando a un pequeño, sucio y mal cuidado recibidor. La mala iluminación hizo que Georg dudara en acercarse o no, a la recepción, aún así lo hizo y  no encontró a nadie tras él. Tom observaba el lugar, era muy siniestro, sólo le infundía desconfianza; daba la impresión de estar abandonado. Miró a Béatrice, ella mostraba su semblante igual de adusto, siempre sospechando de todo.
El sonido inconfundible de un ratón se escuchó en toda la planta baja y se vio como recorrían dos pequeños roedores el salón.
– ¿Y si nos vamos? –. Dijo Bill asqueado.
– Aquí no parece haber nadie. Está todo oscuro, lleno de polvo y además, no parece un buen lugar donde pasar la noche –. Añadió Georg.
Todos escucharon un horrible crujido de la planta superior. Ellos miraron a Béatrice, suplicándole con la mirada que se fueran. Una luz  se asomó por la esquina de las escaleras, avanzando lentamente hacia ellos, emitiendo crujidos extraños a su paso, inconcientemente retrocedieron a la salida, al  ver con una mayor claridad, que aquella luz la emitía un candelabro, Bill agarró desesperadamente el picaporte de la puerta, y tiró, pero la puerta no cedía.  Se encontraban arrinconados, muertos de miedo y sin escapatoria. En aquel momento, una arrugada y huesuda mano se elevó hasta la altura del rostro de Béatrice. Se encontraba paralizada, sin saber como actuar, cada vez veía la mano más cerca de ella, pero no la tocó, no le hizo daño, evitó totalmente el contacto con la joven y metió su mano en un hueco entre los cuerpos de ella y Tom. Y entonces la luz se hizo en toda la estancia, dejando a los chicos perplejos. Se trataba de una mujer extremadamente mayor. Supusieron que la dueña del hostal. Ella empezó a hablar  
muy apresuradamente, atropellando más de una letra. Los chicos suspiraron sonoramente al ver que se asustaron por nada. Béatrice y la mujer tuvieron una pequeña conversación, y luego ya estaban siguiéndola por las escaleras. Un pasillo lleno de puertas les esperaba. La mujer abrió una, pero al segundo la cerró, sin dejar verles lo que había dentro.  Ellos, aunque extrañados siguieron caminado. Los llevó a la última habitación, le entregó las llaves a Béatrice,  y se marchó por donde había venido.
 Al entrar, un horrible hedor más pestilente les dejó con cara de repulsión.
 – ¡Oh! Que asco, ¿por qué huele tan mal? –. Dijo Bill.
Béatrice buscó el interruptor por la pared izquierda de la habitación  y al encenderlo vio una habitación pequeña polvorienta y con una única cama de matrimonio.
– ¿Qué demonios es eso? –. Dijo Georg mirando la cama.
Los cuatro chicos se dirigieron a la cama y la rodearon observando una macha de un color marrón oscuro que se extendía en las sábanas blancas. Se miraron ente ellos, nadie tuvo el suficiente valor para destapar la cama a excepción de Béatrice, que ya estaba aproximando su mano a la esquina superior. La cogió entre sus dedos y tiró de ella destapando la cama.
– ¡Oh Dios! –. Musitó Bill atónito.
Una gran masa burbujeante de color marrón habitaba en el colchón de aquella cama. Los cuatro se aproximaron a la salida, no se iban a quedar ahí un segundo más, Tom tiró de la manilla de la puerta y salieron al pasillo, corrieron hacia las escaleras cuando la mujer salió de la nada y empezó ha decirle un montón de cosas en francés. Los tres chicos se detuvieron y la miraron sobresaltados. Mientras Béatrice le daba excusas a la mujer para marcharse. Les guió a otra habitación mucho más amplia y bastante más aseada que la otra, cuando la mujer se marchó, los chicos comenzaron a revisar la cama, con temor a volver a encontrar semejante cosa como aquella, pero no daba indicios de nada.
– ¿Qué demonios era aquellos? –. Preguntó Bill temeroso –. ¿De verdad tenemos que quedarnos aquí?
– No podemos hacer otra cosa, la lluvia aún no ha amainado y necesitamos descansar –. Dijo Béatrice –. Y no quiero saber que era aquello.
Bill y Tom bajaron a la recepción, pero subieron al no ver a nadie. A saber donde estaría ahora mismo aquella mujer. Mientras que Georg  se dedicaba a revolver la habitación, nunca se sabía qué podría esconder un lugar tan insólito como este.

[…]

– ¿Dónde estará? –. Musitó Béatrice. Se encontraba sentada en una esquina de la bañera, abrazando las rodillas con sus brazos. El agua que caía sobre ella borraba las lágrimas de su rostro.
– Tengo que encontrarle –, se dijo Béatrice –. No voy a permitir que le ocurra nada.
Aproximó su mano fuera y alcanzó una de las toallas, se la colocó de manera que rodeara su cuerpo, y luego obtuvo otra para secar su cabello rubio. Se vistió con una camisa negra y shorts, y se dispuso a salir del cuarto de baño. El pasillo permanecía en silencio, y en una oscuridad total si no fuera por esa luz que residía al final del pasillo en la zona de las escaleras. Pero, en esa luz habitaba la sombra de su amigo Bill, que estaba quieto con los brazos a ambos lados de su cuerpo.
– ¡Bill! –. Dijo Béatrice. Pero no obtuvo respuesta. Se vio obligada a acercarse más, hasta que llegó a su altura. La alargada sombra del chico le ponía los pelos de punta, con esa figura delgada y su gran melena dándole ese toque tan siniestro.
– Bill –. Murmuró la chica algo asustada. Pero no escuchó nada, se aproximó aún más y la sombra se zarandeó  levemente, lo que hizo que la chica se moviera hacia atrás.
– Bill, me estás asustado. Por favor dime algo.
– ¿Con quien hablas Béatrice? –. Dijo una voz tras ella. La chica se giró sobresaltada y encontró al chico de cabellos negros detrás.
– Pensé que ese eras tú pero…– La sombra de la pared ya no estaba, pero en cambio Bill si.




Safe Creative #1007030204797 

13 comentarios:

  1. aaaay! Cómo me gusta Hannah ^^

    ResponderEliminar
  2. wwwoooowww estoy sin palabras :Q___ aaa!! pero que lugar mas raro!! como se quedan ahí!? porqe mejor no duermen en el auto!? ya quiero el capitulo 2... aaaa muero D:

    ResponderEliminar
  3. Hola Hannah! :3
    Hace mucho no entro a tu Blog [Desde septiembre :S] Asi que me siento algo desorientada...El cap esta Genial! n___n
    Mujer, me haz dejado intrigada! ^_^
    Te queria preguntar algo, vas a subir Capis regularmente. Cada semana o cuando se te ocurra algo lo subes?? .-.
    Yo he comenzado clases [Estoy estudiando de Lunes a sabados :S] Asi que cuando tenga tiempo entrare a leer y comentarte! :D

    ResponderEliminar
  4. Esta genial, me gusto mucho mucho la foto y el capitulo ¡GENIAL!

    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Hola hannah. .

    e descubierto tu blog hace unos dias, y lei sobre ti, vi que decias que a veces sentias que le hablabas y escribias a la nada. . creeme. . ¡tu si tienes seguidores!

    yo llevo un bueno rato en las mismas, pero no dejo de escribir. .

    me gustan tus escritos, aunque no he podido leerlos tods en si, solo lei unos trozos de un lado, de aqui y de haya, pero dejamne decirte que eres muy buena en esto. .

    yo ya estoy perdiendo la practica, y mi blog es ua porqueria. .

    no te desanimes, al menos tienes seguidores y comentarios. .


    echsle gana (¿que onda conmigo?)

    ya sabes no, se me cruzaron los cables jajaj


    eres muy buena escritora, creeme



    bye



    Scarlett Kaulitz

    ResponderEliminar
  6. Hola chica!!

    pues muchas gracias por la ayuda que me ofreces, encerio. . .

    y claro que quiero!!. . pero. . .

    necesito un poquito de tiempo, para reordenar mis ficks, y escribir un poco mas. ¿esta bien?


    aunque si tengo curiosidad de saber como es que tu conseguiste seguidores. .


    gracias por la ayuda



    Scarlett

    ResponderEliminar
  7. Gracias por los comentarios!! ^^

    Barbara debo decirte que no había pensado en dormir en el auto D: XDD

    Pero que más da en el capítulo 2º les sacaré de la casa. x)

    ResponderEliminar
  8. jajksjakska pero sube el capitulo 2!! pronto! porfavor!! :SS

    ResponderEliminar
  9. ¡Hola chica! ¿Cómo estás?, yo estoy muy bien, gracias por preguntar. Sobre lo de los mails, creo que sería muy cómodo y más fácil que te deje mi correo, porque se me hace un poco tedioso estar aquí en el blog, aparte de que me pone nerviosa ¿Por qué?. . .honestamente no lo sé, pero así me pasa siempre. . . me pongo nerviosa y como que me bloqueo, así que aquí te dejo mi correo rosa.negra.damaris@hotmail.com para que me agregues, y si quieres, déjame el tuyo también. Espero y lean lo que escribo, porque tiendo a hacer las cosas muy largas y a veces un tanto aburridas, haciendo que el interés se vaya, pero bueno. . . la esperanza muere al último. Creo que si necesitare un poco de tiempo, porque, como tu bien lo dijiste, lo estudios roban demasiado tiempo, y a veces conforme llego, como algo, empiezo la tarea, la termino y. . . ¡a dormir!. . .si no es una materia, es otra. Además de que mis ficks son un poco cortos, y deseo escribir mas, tengo 3 proyectos en mente: 2 ya están iniciados, pero que se han quedado estancados por falta de inspiración y. . .tiempo, y el otro aun es solo un ideal, así que necesito tiempo, ¡ah!, y tengo un fick, que desde hace casi un año lo tenía y apenas hace 2 días termine de escribir. . . ¡2 días!. . . ¡relax! Espero escribir lo mas que pueda, y transcribir, porque escribo primero el borrador en un cuaderno x, y después lo paso a la computadora, donde lo vuelvo a editar, haciendo que a veces ¡un capitulo de 3 hojas acabe con 6!. . . pero bueno =) espero y me agregues, o si a ti se te facilita en el blog, lo podemos hacer por aquí también, como tu decidas. . .solo dimelo

    Y gracias por ayudarme. . .

    Scarlett

    ResponderEliminar
  10. Ay Bárbara!! llevo semanas sin poder escribir :(
    me da que el capítulo 2º se retrasará.
    Últimamente ando desganada porque las estadísticas suben y los comentarios bajan ¬¬

    ResponderEliminar
  11. ooo bueno... no te preocupes si no puedes escribir... puedo esperar! :D no te sientas presionada xD es que a veces soy un poco ansiosa xD

    ResponderEliminar
  12. Ajajjaja!!
    Querida, me encantaría publicar pero me falta mucho por escribir ^^
    Aún así, me pondré inmediatamente a ello para tener el capítulo lo antes posible. ^^

    ResponderEliminar

¡Escribe aquí que te pareció!

Recent Posts

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...