miércoles, 9 de junio de 2010

la mansión - capitulo 4º



Capitulo 4º - Perdido y sin móvil.
- ¡Gustav!
- Mmmm…
- Gus, levántate hijo tenemos que desayunar.
Me empecé a reincorporar lentamente, mientras me sobaba los ojos intentado desperezarme.
- ¿Qué quieres? – dije con una voz ronca.
- Que bajes a desayunar.
- ¿Qué hora es? – pregunté.
- Las ocho, venga vístete.
- Pero si esta noche no dormí nada, y para colmo se me calló el móvil por la ventana.
- Jajaja.
- Buscaba cobertura
- Cierto se me olvido decírtelo, aquí no hay ni cobertura, ni teléfono, ni Internet.
- ¿Cómo?
- Lo que escuchas hijo.
- ¿Y como me comunicaré con Georg?
- Mándale una carta.
Me quede mirándole, esperando a que dijera que era una broma y que el teléfono estaba en el salón, pero no dijo nada.
- ¿Lo dices en serio? – pregunté preocupado.
- Sí. Bueno creo que en el pueblo hay un teléfono.
- ¿Dónde esta el pueblo?
- Ha treinta kilómetros de aquí.
- ¡Me has traído al culo del mundo! – dije enfadado.
- Bueno, es que si te lo decía no vendrías. – dijo marchándose.
Después de una larga noche sin poder dormir, me despiertan tan temprano y encima me dicen que no hay teléfono, ¿pero que coño?
Después de vestirme, tuve que recorrer toda la casa en busca del comedor, cosa que me costo mucho hallar. Cuando por fin encontré la puerta que me llevaría al comedor, solo encontré a la sirvienta recogiendo los platos sucios y llevándolos a la cocina, me senté en una de las sillas y me quede un momento meditando como decir en francés algo con referencia a desayunar. Pero, al final pasé de todas formas tampoco tengo mucha hambre.
Me dedicaré únicamente a dormir, no tengo ganas de más, fui en busca de un sofá donde dormir, las escaleras eran demasiadas como para subirlas.
Me tumbé en el sofá e intenté dormirme, pero alguien, mejor dicho un perro entro en el salón y el tan mono se subió sobre mí y puso sus patitas en mi pecho.
Le miré durante un rato, pero el no se movía, solo me miraba, cosa que me recordó al comportamiento del perro maldito que me encontré ayer, pero el perro bajó de mí y se fue por donde vino, entonces fue cuando mi padre y su prometida entraron en el salón, interrumpiendo de nuevo mi amago de siesta.
- Oye Gustav, porque no te vas al pueblo y llamas a tus amigos. – dijo tan tranquilo mi padre.
- No gracias tengo sueño.
- Me da igual, vete anda.
- ¿Me estas echando por la cara?
- Claro. – dijo tirándome las llaves de su coche.
Yo me levanté con las llaves en las manos y le miré dispuesto a decirle un no rotundo, pero… no se lo dije, solo salí por la puerta principal en busca de su coche.
“Continúe dos kilómetros “
“Ahora gire por la desviación”
“A continuación estará su destino”
- Me estas vacilando ¿o qué? – le grité al maldito Navegador GPS.
“Ahora de dos vueltas a la rotonda”
- ¿Pero que rotonda? Retrasada. Yo solo veo bosque y más bosque.
“Continúe dos kilómetros “
“Ahora gire por la desviación”
“A continuación estará su destino”
- Eso ya me lo dijiste.
“Ahora de dos vueltas a la rotonda”
- ¿Pero que coño? Cállate anda, si yo sé cojo un mapa.
“Continúe dos kilómetros “
“Ahora gire por la desviación”
-Agg… no sirves para nada.
“Ya hemos llegado a Berlín”
- Pero si estamos en Francia. – dije apagando el GPS.
Continué por la carretera, evidentemente estaba perdido, entre el GPS desquiciante y este triste paisaje de árboles me tenía loco. Además de no haber visto en más de media hora un cartel que pusiera el nombre del lugar al que me dirigía.
Seguí vagando por la carretera, ya estaba más que harto de estos árboles, lo único que podía hacer era dar vuelta atrás y volver a la casa.
Después de casi estampar el coche contra un árbol, volví en dirección contraria hacia la mansión, claro que, una vez que comencé a avanzar en la otra dirección empecé a ver carteles que anunciaban que faltaban 40 kilómetros para llegar al maldito pueblo, resulta que soy tan inteligente que fui en sentido contrario, pero que listo que soy coño…
Era un pueblo pequeño, con casitas de piedra desgastada, techos grisáceos sin tejas, ventanas destartaladas, la verdad que el pueblo necesitaba una reconstrucción de inmediato.
Dejé mi coche en aparcamiento, o eso creo que era, y me dediqué a buscar un teléfono, suena hasta triste decirlo, buscar un teléfono.
Entonces vi una larga cola de gente frente a una cabina telefónica. Me están diciendo que he venido aquí para nada.
Di media vuelta, no merecía la pena estar esperando a llamar por teléfono, así que no tenía más remedio que mandarles una carta, que triste que en este siglo tengo que mandar cartitas cuando puedo enviarles perfectamente un correo electrónico.
Vagué por las calles del pueblo hasta encontrar un amago de restaurante donde comer, abrí la puerta de color verde que emitió un chirrido al abrirse, y vi que ha había dentro solo había dos hombres jugando al póker, sentados en una mesa al fondo del “restaurante” porque intentaba mentalizarme de que lo era y no un bar desastroso.
Me senté en una mesa, y una ves sentarme apareció una mujer bastante mayor con un tazón lleno de sopa, ha saber de que, aunque parecía tener buena pinta, bueno cualquier cosa en estos momentos me parecía bueno, pero cuando saqué la cuchara de ese perfecto caldo de pollo y me encontré con una cucaracha….
Salí con una cara de asco, lo único que iba a hacer era volver a casa, nunca más volveré a salir de la mansión, ¡nunca!
Pero no, tuve que encontrarme con la cabina telefónica libre y yo como ingenuo, me acerqué a ella, pensando que tal vez la gente ya hubiera hecho todas sus llamadas, por eso, por mis fantasías perdí dos euros, ya que la cabina estaba rota y para colmo se tragó mi dinero. Hoy no es mi día.
- Mierda. – grité enfadado.
Caminé hasta mi coche y volví ha recorrer el camino en dirección a la mansión, no era muy tarde tan solo eran las dos y media a las tres más o menos llegaré, pero una vez más este maldito día volvió a fastidiarme, tuve que frenar para no atropellar a un baifo descarriado, ese pensé, pero detrás de ese baifo, empezaron a salir un montón de cabras y más y más, ya está a mi casa no llego, no se trataba de otra cosa que de una gran rebaño de cabritas pasando por la carretera.
- Oh Dios.
Pasaban los minutos y las cabras seguían pasando y yo cada vez me desesperaba más y más. Ya era las tres y media y seguían pasando cabritas, pero por fin apareció el pastor que las guiaba.
- Por fin. – pensé.
Pero detrás de ese pastor empezaron a verse las cabezas de unas vacas, ahí es que ya no daba crédito a lo que mis ojos veían, miré cansado a esos animalitos que hacían muuu... La escena anterior se repetía nuevamente, me pesaban los parpados, estaba tan cansado de este día que terminé por dormirme.

Comenten por el amor de Dios 0.0

7 comentarios:

  1. ¡Hola Hannah! Te pido una disculpa por dejarte tan abandonada. He estado estas ultimas semanas como el corre caminos, a mil de aquí para acá. El capitulo te ha quedado super bien, me ha encando. También te digo que ya he afiliado tu banner a mi blog, es un preciosidad de imagen la que has puesto =D.

    ¡Un Beso!

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  2. Pobre Gustaaavv!! haha yo me ubiera desesperadoo demasiadoo!! haha
    Ahora al cap 5 :)

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  3. Pobre Gustav!!!Que asco la cucaracha y las cabritas ...vaya suerte
    xDD

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  4. que desesperacion!!! uu pobree!! ni un telefono tiene xD pero bueehh,,,

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  5. jajajaja pobre Gustav
    yo ya me estubiera arrancando los pelos y insultado a to' dios del
    desespero y cabreo xP

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  6. olaaass!!! m tienes en el tuenti komo miguel ich liebe sie...nose k mas decirte...es de lo MEJOR! k e leido nunka...enserio!! de lo mejor...me enkanta..kiero maaas!!! ^^ :3

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